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La provincia de Germania Magna |
Época romana
El
término "deutsch" (alemán) data del siglo VIII y originalmente hacía referencia en la parte oriental del
reino de los francos.
Durante
el reino de César Augusto,
los germanos se familiarizaron con las tácticas de guerra romanas, manteniendo
al mismo tiempo su identidad tribal. En 9 d. C., tres legiones romanas dirigidas por Varo fueron derrotadas por los queruscos y su caudillo Arminio en la Batalla
del bosque de Teutoburgo. Por lo tanto, la Alemania
moderna, por lo que respecta al Rin y el Danubio, se mantuvo fuera del Imperio romano.
Época medieval
El nuevo
rey de los francos, Carlomagno,
consolidó la monarquía en este pueblo e inició un rápido avance hacia buena
parte de los territorios de la Europa Occidental. Sajonia y Baviera,
los dos Estados más organizados de Germania cayeron bajo su yugo. Su autoridad fue
confirmada al ser coronado Emperador en el año 800 en Roma, y en consecuencia ser nombrado
como máximo poder político del mundo cristiano. La ciudad alemana de Aquisgrán se convirtió en la capital imperial.
Su hijo Luis el Piadoso heredó su
imperio, pero su débil figura provocó el inicio del declive, culminado con la
partición imperial en los sucesivos Tratado
de Verdún (843), Tratado de Meersen (870) y Tratado de Ribemont (880). Francia Oriental, surgida en Verdún con Luis
el Germánico, nieto de Carlomagno, como rey, sería el germen de lo que hoy es
Alemania. Las regiones al oeste del río Rin quedaron englobadas en la llamada Lotaringia, tierras de Lotario, hermano y rival de Luis,
junto a las zonas más orientales de Francia y el Reino de Italia, siendo Roma su capital.
Al morir
Luis en 875, la Francia Oriental quedó dividida entre sus tres hijos, siendo
las tres porciones Sajonia (norte), Baviera (sudeste) y Suabia (sudoeste). A diferencia de lo vivido
hasta entonces, los tres Estados colaboraron estrechamente. Avatares de las
historia, llevaron a Carlos el
Gordo, rey de Suabia, a gobernar sobre todo el viejo imperio carolingio entre
881 y 887. Sin embargo, la lengua común y la también común legislación
provocaron en ese momento un sentimiento alemán que perduraría hasta nuestros
días.